He comido mucha pared. Nunca se me olvidará. Cuando abrí mi primera consulta todos los día cumplía religiosamente mi jornada. 8 horas cada día. La mayoría de días con 0 citas.

Esa era mi forma de comprometerme. Si no me exponía al “problema” que yo mimo había creado (y le trataba de dar solución) nadie lo haría por mí.

Cada nuevo correo, cada nueva llamada… todo eso era un aluvión de energía. También de desesperación. Pocos contactos, pocos ingresos y muchas facturas que pagar. ¿Te suena?

Intenté todo para conseguir pacientes. Publicar en redes sociales, escribir un blog, buzoneo… Todo para nada. Con cada acción que realizaba lo único que iba a más era mi desesperación y mi agobio.

Hasta que un buen día, descubrí algo. Y fue justo ese día cuando comencé a construir las consultas que hoy me permiten vivir (sin ni siquiera pasar consulta).

Decidí jubilarme de nutricionista a los 3 años de haber abierto, para poder ayudarte a que tú puedas tener una consulta altamente rentable. ¿Sabes qué es lo primero que pensé cuando logré controlar la facturación de mi consulta?

“Esto no es tan difícil, esto tiene que saberlo más gente”. Y de verdad lo creo. De corazón. Las cosas son muy fáciles cuando sabes lo que tienes que hacer.